domingo, 6 de octubre de 2013

Oración

Rafael Góchez Sosa
Esta Mueca Circula y Sola

Oro por todos los que sufre. Pido
 por aquellos que llevan la agonía
de ser mas tristes que la luz del día
cuando llega el minuto del despido.

Ruego por el injusto perseguido,
por el que hallo la muerte en la porfía,
por la mujer que abandono su cría,
por el que sueña auroras, oprimido.

Oro por el dolor del campesino,
por la negada mesa del obrero,
por los necios que nunca se enamoran

Imploro por la paz. por el camino
del himno sin fronteras, verdadero.
Pido por todos lo que nunca lloran.


Dolorosa Explicación

Rafael Góchez Sosa
Esta Mueca Circula y Sola

Quizá no lo sepas...
Pero de tus ojos vino mi tristeza.
Siempre me lo he dicho.
Lo pregona el musgo. Se intuye en el barro.
En tus ojos negros murió mi alegría
y tal vez murieron
los cisnes del alba.

Quizá no lo sepas...
 Pero vivo cerca de los sueños largos
donde las miradas no tiene destino.
Vivo en las esquinas
de los viejos muros,
allí donde el frió del tiempo nos ata.

Cuando oigo que vienes cantando en la lluvia
mi luna rebalsa como leche hirviente,
y anhelo la cifra
de tu boca entera...
 Y evoco los címbalos
de tus caracoles.
Y todo... Y nada... Solo esta tristeza.

Quizá no lo sepas...
Pero en las semillas que pueblan silencios
busco la palabra del surco vació,
busco el infinito de tu tarde breve...
Y encuentro tan solo huellas y corolas
 de náufragos verbos, de espumas y dolor.





Manifiesto del Loco

Rafael Góchez Sosa
Esta Mueca Circula y Sola

Soy loco.
Siempre lo he sido. Mi primera 
sonrisa la estrenaron 
las orillas 
del insomnio.

Río ante los perros. Beso los archivos.
Platico con l ros:
la rosa de los doce meses,
la rosa niño,
la rosa viento,
la rosa invierno,
la rosa piedra,
la rosa nada,
la rosa rosa...
Y tengo un reloj para medir
el signo de los girasoles.
Y puedo arrebatarle el verano 
pensamiento de flauta 
y domingo.

En mi bolsillo tengo cautivada 
la promesa
de los marineros.
En mis dientes llevo el abecedario.
Claro que cuando hace frió
pronuncio caminos de piedra quebrada.

Soy loco. Ya lo dije.

A ratos me gusta la mujer que me ama
porque habla dormida;
y estando despierta sueña 
con la risa
de los barriletes.
Porque abre la boca
cuando le platico de que el panadero 
se parece al buque anclado
en la noche.
Porque tiene largas la extremidades.
 Y cuando estornuda,
afirma que explota una mandarina.

Sabedlo, enamorados, soy un loco.
Llevo en mis ojos 
dos islas de sal. En mis pies
espumas
de vino y galaxia.
Y en mi dedo gordo
cabe el universo.

viernes, 4 de octubre de 2013

Cañal en Flor

Alfredo Espino
Jicaras Tristes

Eran mares lo cañales
que yo contemplaba un día
mi barca de fantasía
bogaba sobre esos mares.

El cañal no se enguirnalda
como los mares, de espumas,
sus flores mas bien son plumas
sobre espadas de esmeralda...

Los vientos  -niños perversos-
bajan desde las montañas,
y se oyen entre las cañas
como deshojando versos...

Mientras el hombre es infiel,
tan buenos son los cañales,
porque teniendo puñales,
se dejan robar la miel!...

Y que triste la molienda
aunque vuele por la hacienda
de la alegría el tropel,
porque destrozan entrañas
los trapiches, y las cañas...
¡Vierten lagrimas de miel!



Los Pericos Pasan

Alfredo Espino
Jicaras Tristes

La tarde despierta de su sueño cuando 
la aligera nube despunta cantando...

Una nube de alas... una alegre nube
que baja, que sube...

Son ellos. Se alejan entre llano y cielo.
Son las esmeraldas de un collar en vuelo...

Bulliciosamente
traza una verde curva en el ambiente.
¿Van a los palmares de ondeante abanico?
Ellos van a donde les apunta el pico...

Se alejan. se alejan... pero van tan juntos,
que mas bien parecen renglones de puntos...

Yen un llano caen, así como cuando...
como cuando un árbol se esta deshojando...




Las Manos de Mi Madre

Alfredo Espino
Jicaras Tristes

Manos las de mi madre, tan acariciadoras,
tan de seda, tan de ella, blancas y bienhechoras...
¡Solo ellas son las santas, solo ellas son las que aman,
las que todo prodigan y nada me reclaman!
¡Las que por aliviarme de dudas y querellas,
me sacan las espinas y se la clavan ellas!

Para el ardor ingrato de recónditas penas,
no hay como la frescura de esas dos azucenas.
¡Ellas cuando la vida deja mis flores mustias
son dos milagros blancos apaciguando angustias!
Y cuando del destino me acosan las maldades,
son dos alas de paz sobre mis tempestades...

¡Ellas son las celestes; las milagrosas, ellas,
porque hacen que en mi sombra me florezcan estrellas!
Para el dolor, caricias: para el pesar, unción:
¡Son las únicas manos que tiene corazon!
Rosal de rosas blancas de tersuras eternas:
aprended de blancuras en las manos maternas.

Yo que llevo en el ama las dudad escondidas,
cuando tengo las alas de la ilusión caídas,
¡Las manos maternas aquí en mi pecho son
como dos alas quietas sobre mi corazon!
¡Las manos de mi madre saben borrar tristezas!
¡Las manos de mi madre perfuman con ternezas!






jueves, 3 de octubre de 2013

El Nido

Alfredo Espino
Jícaras Tristes


Es porque un pajarito de la montaña ha hecho,
en el hueco de un árbol su nido matinal,
que el árbol amanece con música en el pecho,
como que si tuviera corazón musical...

Si el dulce pajarito por entre el hueco asoma,
para beber roció, para beber aroma,
el árbol de la sierra me da la sensación
de que se le ha salido, cantando, el corazón...



Los Ojos de Los Bueyes

Alfredo Espino
Jícaras Tristes


¡Los he visto tan tristes, que me cuesta pensar
cómo siendo tan tristes, nunca puedan llorar!...

Y siempre son así: ya sea que la tarde
los bese con sus besos de suaves arreboles,
o que la noche clara los mire con sus soles,
o que la fonda alegre con su sombra los guarde...

Ya ascendiendo la cuesta que lleva al caserío,
entre glaucas hileras de cafetos en flor...
o mirando la aguas de algún murmurador
arroyuelo que corre bajo un bosque sombrío...

¿Que tendrán esos ojos que siempre están soñando
y siempre están abiertos?...
¡Siempre húmedos y vagos y sombríos e inciertos,
cual si siempre estuviesen en silencio implorando!

Una vez, en la senda de una gruta florida
yo vi un buey solitario que miraba los suelos
con insistencia larga, como si en sus anhelos
fuera buscando, ansioso, la libertad perdida...

Y otra vez un árbol y junto a la carreta
cargada de  manojos y mas tarde en la hondura
de una limpia quebrada, y en la inmensa llanura,
y a la luz de un acaso de purpura y violeta...

¡Siempre tristes y vagos los ojos de esos reyes
que ahora son esclavos! Yo no puedo pensar
como, siendo tan tristes, nunca pueden llorar
los ojos de bueyes...




Un Rancho y Un Lucero

Alfredo Espino
Jicaras Tristes

Un día ¡primero Dios!
has de quererme un poquito.
Yo levantare el ranchito
en que vivamos los dos.

¿Que mas pedir? Con tu amor,
mi rancho, un árbol, un perro,
y enfrente el cielo y el cerro
y el cafetalito en flor...

Y entre aromas de saúcos,
un cenzontle que cantara
y una poza que copiara
pájaros y bejucos.

Lo que los pobres queremos,
lo que los pobres amamos,
eso que tanto adoramos
porque es lo que no tenemos...

Con solo eso vida mía;
con solo eso:
con mi verso, con tu beso,
lo demás nos sobraría...

Porque no hay nada mejor
que un monte, un rancho, un lucero,
cuando se tiene un "te quiero"
y huele a sendas en flor.


Acension

Alfredo Espino
Jícaras Tristes

¡Dos alas!...¡Quien tuviera dos alas para el vuelo!...
Esta tarde, en la cumbre, casi las he tenido.
¡Desde aquí veo el mar, tan azul, tan dormido,
que si no fuera un mar, bien seria otro cielo!...

Cumbres, divinas cumbres, excelsos miradores...
¡Que pequeños los hombres! No llegan los rumores
de allá abajo, del cieno; ni el grito horripilante
con que aúlla el deseo, ni el clamor desbordante
de las malas pasiones... Lo rastrero no sube:
esta cumbre es el reino del pájaro y la nube...

Aqui he visto una cosa muy dulce y extraña,
como es la de haber visto llorando una montaña...
el agua brota lenta, y en su remando brilla
la luz; un ternerito viene, y luego se arrodilla
al borde del estanque, y al doblar la testuz,
por beber agua limpia, bebe agua y bebe luz...

Y luego se oye un ruido por lomas y floresta,
como si una tormenta rodeara por la cuesta:
animales que vienen con una fiebre extraña
a beber las lagrimas que llora la montaña.

Va llegando la noche.Ya no se mira el mar.
Y que asco y que tristeza comenzar a bajar...

¡Quien tuviera dos alas para un vuelo!...
Esta tarde, en la cumbre, casi las he tenido.
con el loco deseo de haberlas extendido
sobre aquel mar dormido que parecía un cielo!

Un rió entre verdores se pierde a mis espaldas,
como un hilo de plata que enhebrara esmeralda...